PARÁBOLA
12-346.15. “Un gran señor lleno de virtud y de potestad encontrabase en un trono elevado y alrededor suyo grandes multitudes, millones y millones de criaturas le rodeaban; más ninguna de estas multitudes se podían acercar al soberano, sólo de lejos le podían contemplar, mas en su corazón deseaban aproximarse más, para estar muy cerca de él. De pronto se abrió una puerta y en ella apareció un cordero manando sangre y una inscripción que decía: “He aquí la luz. he aquí la puerta abierta, para que todo aquel que quiera penetrar, para todo el que lleve la virtud en su corazón, venid, venid”, Una luz refulgente se contempló y las multitudes llenas de regocijo se encaminaron hacia aquella puerta; los unos llegaron y penetraron en aquella mansión, mas no todos llegaron porque encontraban espinos en su camino y no pudieron caminar; otros encontraron grandes barreras que les impedían penetrar por aquella puerta, mas aquel Soberano, aquel Señor Todopoderoso, desde las alturas contempló a las multitudes y les dijo: “Penetrad, penetrad, que el Cordero ha derramado su sangre purísima para mostraros el camino por el que todos vosotros llegaréis a mi Reino”