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 ALGUNAS PALABRAS DE JESUS

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ALGUNAS PALABRAS DE JESUS Empty
MensajeTema: ALGUNAS PALABRAS DE JESUS   ALGUNAS PALABRAS DE JESUS EmptyMiér Ago 24, 2011 7:34 pm

08-210.49 Encontrándome en las afueras de una aldea, llegó ante Mí el emisario de un poderoso, quien me dijo: Señor: ¡Cuánto he tenido que andar para llegar hasta vos! Yo le dije: “Bienaventurados el que me busca, porque siempre me hallará”.
08-210.50 “¿Delante de quién os encontráis?” Le pregunté. -Delante de Aquél que sana con su poder todos los males. ¿No sois acaso el Hijo de Dios? Yo le dije entonces: “Yo soy el principio y el fin, soy la resurrección y la vida, soy Aquél que ha bajado de los cielos al mundo para salvaros. ¿Veis a estos hombres que me siguen por comarcas, provincias y aldeas? Así, vos, me seguiréis mañana, dejando vuestra regia capa y confundiéndoos entre los humildes y los pobres. En verdad os digo que habéis venido a llamarme en nombre de vuestro amo, quien desea que lo limpie de su lepra. ¿No es verdad? Aquel hombre, sorprendido, se sintió sobrecogido de temor, mas Yo le dije: “no temáis, que sólo he dicho la verdad, porque a eso he venido al mundo”.
08-210.51 Entonces, el siervo aquél, me dijo: “Señor, ya que lo sabéis, venid a la casa de mi señor, quien llamándoos está”.
08-210.52 “¡Oh varón, le dije, decid a vuestro señor que me basta que haya creído en Mí, que cuando vos lleguéis, él estará limpio!”
08-210.53 Aquel hombre se alejó y pronto sus ojos testificaron llenos de gozo la palabra de Jesús. En eso Mateo vino hacia Mí y me dijo: Maestro, una mujer viene a buscaros. “Ya lo sé le contesté, es María, la Magdalena, quien viene a buscarme para que la liberte de las influencias de los espíritus que la poseen”. El discípulo quedó sorprendido de que Yo lo supiese todo.
08-210.54 Iba Yo por un camino hacia una aldea, cuando vi a María que venía hacia Mí. ¡Oh, Hijo amado, sé que tus labios han anunciado tu próxima partida, y aunque mi corazón ya lo sabía no puedo menos que decirte que sufro infinitamente por la humanidad! “Sí, escrito está, le contesté, y así debe de cumplirse; es menester mi sacrificio, es necesario que la semilla muera en las entrañas de la tierra para que fructifique y se multiplique. Esta sangre de vuestro hijo, que al derramarse hará sentir dolor muy intenso a vuestro corazón, será como un raudal de vida para los hombres, a quienes dejaré como vuestros hijos. Mi muerte será la vida y ni por un instante estaremos distantes vos y Yo”.
08-210.55 “Ahora voy a la casa de Lázaro, porque él en breve irá a la tumba, mas de ella Yo le haré volver, para que el nombre de mi Padre sea glorificado”:
08-210.56 “Id también vos, para que vuestra presencia conforte a aquellas mujeres, porque su dolor pronto va a ser grande y en vuestro amor encontrarán muy dulce consuelo.
08-210.57 Volví a reunirme con mis discípulos, eran ya los últimos días de mi permanencia entre ellos. Así se los hacía comprender para que no fueran a verse sorprendidos. Pedro lloraba y recibía en silencio mis órdenes; Juan oprimía mis manos entre las suyas, al serle anunciado que él quedaría acompañado de mi Madre para que ambos se consolasen en las horas de prueba.
08-210.58 Tadeo sufría ya la separación del Maestro y Yo aún estaba entre ellos. El instante era tierno y doloroso, más que los labios, hablaban los espíritus. Mas yo era el Verbo y mi palabra debía calmar el dolor inmenso acumulado en aquellos corazones.
08-210.59 Hablé como el Padre a los hijos, como el hermano a los hermanos, como el maestro a los párvulos: “¡Oh, discípulos, que habéis bebido conmigo el agua del peregrino sediento, que habéis soportado la fatiga de los largos caminos por ir en pos de mi palabra y de mis obras, en verdad os digo que aunque parta de vuestra vista, no os abandonaré y que si queréis llevarme en vuestro corazón os resignéis con mi muerte, para que Yo viva en vosotros y hable por vuestras bocas”.
08-210.60 Escuchad, mis discípulos, hasta la última de mis palabras; entonces llegó ante mi presencia una mujer regiamente ataviada, era Magdalena, quien me buscaba hacía tiempo para encontrar en mis ojos la luz que podía salvarla. En sueños había visto al Nazareno libertándola de su inmundo fardo y venía hacia Mí, impulsada por su espíritu ansioso de luz y redención.
08-210.61 Cayó a mis pies, ante el asombro de todos los presentes, y cuando esperaban que de ella me apartase o que al menos tuviese una frase de reproche, le dije: “¿Por qué lloráis? Lloráis de pena y de gozo, mas Yo os perdono mucho, ya que mucho habéis pecado”.
08-210.62 En aquel instante cayeron de aquella criatura todas las cadenas que al mundo la ataban y una vez libre, siguió mi huella como el más fiel de mis discípulos.
08-210.63 Aquella mujer, que había sido vergüenza y mancha de su hogar y abismo en la senda de los hombres, quedó transformada ante una palabra de perdón en la sierva más humilde del Maestro y más tarde en el dulce báculo de María, cuando la hora del dolor a todos cubrió.
08-210.64 Yo, que escucho la voz de los espíritus, oía que aquella mujer me preguntaba: Señor, ¿Será posible que yo, con todo mi pecado sea digna de estar con Vos en esa hora postrera que anunciáis? ¿Será posible que yo llegue a serviros verdaderamente? “¡Oh, mujer! -Le dije- ¡Levantaos que ya estáis limpia, cubríos con el manto de la humildad y volved al seno de los vuestros, id en busca de mi Madre y seguidla!”
08-210.65 Luego, viendo en todos los semblantes la sorpresa retratada, dije: “Yo soy la luz del Mundo, que ha venido a iluminar el camino del perdido entre tinieblas; Yo soy el libertador que viene a romper las cadenas de los cautivos. Habéis contemplado lo que os faltaba por ver y lo habéis visto, más se acerca el instante en que todos sintáis vibrar mi vida en vuestro ser”.
08-210.66 Salí de aquella estancia seguido de mis discípulos, mas deteniéndome bajo la sombra de un árbol, les dije: “Ya se aproxima el instante, pero aún podéis saborear el fruto de mi palabra. Ciertamente quedaréis como ovejas entre lobos, mas no sucumbiréis porque mi manto os cubrirá. Mirad cuán grandes son las multitudes; a ellas alimentaréis como Yo lo hice en el desierto y sabréis multiplicar el pan como Yo os lo enseñé”.
08-210.67 Así os hablé a través de Jesús y acaricié a cada uno de mis discípulos mientras sus ojos desbordaban en llanto y en su corazón me expresaban sentimientos llenos de ternura y me hacían innumerables promesas de seguirme.
08-210.68 Hoy no quiero recordaros los últimos tres días que en el mundo pasé, esto será en otra ocasión, pueblo bendito, en la que os hable del Cenáculo, de mi última visita al Huerto, donde me retiraba a orar y finalmente os hablaré de mi sacrificio
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